La
casa rural “Ermita de Santa Llúcia”, situada en el corazón de
la comarca del “Alt Empordà”, es
un hermoso conjunto formado por la casa del ermitaño y la ermita, a
la que debe su nombre.
En
el año 2008, se restauró la que fue la casa del ermitaño (S.
XVII), respetando los elementos antiguos y dotándola del confort
propio de nuestros tiempos. Se decoró con esmero, cuidando todos los
detalles, hasta conseguir este ambiente alegre y acogedor que la hace
tan especial. Rodeada de campos, cerca de un pequeño bosque y a un
kilómetro del pueblo mas cercano, es lugar ideal para descansar y
pasear, a pie o en bicicleta, sin renunciar a visitar algunos de los
lugares más bellos y emblemáticos de Catalunya, como la ruinas
griegas y romanas de Empúries, la poblaciones medievales de Castelló
d?Empúries, Besalú o Peralada, las villas marineras de Port de la
Selva, Cadaqués, Llançà, l?Escala o Roses, los parques naturales
de “Cap de Creus”, los “Aiguamolls de l?Empordà” o “les
Alberes” y a solo cinco minutos de Figueres, cuna del surrealismo,
donde se puede visitar, además de sus museos (Museu Dalí, Museu de
l?Empordà, Museu del Joguet de Catalunya y Museu de la Técnica),
el castillo de Sant Ferran, la fortaleza mas grande de Europa.
También para los amantes del mar y la playa, la situación es muy
buena, a sólo 10 kilómetros del mar, sin los inconvenientes de los
lugares demasiado frecuentados.
La
casa tiene cinco habitaciones para los huéspedes
situadas en la planta piso, todas con baño y bellas vistas: cuatro
dobles y una cuádruple, ésta última ideal para familias (una cama
doble, dos camas sencillas y posibilidad de cuna). Algunas de las
habitaciones conservan elementos antiguos en su interior, como el
campanario románico (S. XII) de la antigua iglesia de Sant Esteve
que mas adelante pasó a ser la ermita de Santa Llúcia. En otra
habitación, la cama comparte espacio con un magnífico horno antiguo
y otra habitación ocupa el espacio de la antigua torre de defensa
(ésta además tiene una espléndida terraza).
En la planta baja se encuentra la cocina-comedor debajo
de una bella volta catalana y una alegre salita, con seis ventanas
que permiten disfrutar al máximo de la naturaleza.
En el exterior hay una amplia parcela de 2500 m2, con un
pequeño huerto, parque infantil, mobiliario de jardín y espacio
suficiente para practicar todo tipo de juegos al aire libre, o
simplemente descansar, tomar el sol o leer bajo el canto de los
pájaros. También hay mesa de ping- pong y además se ceden
bicicletas a los huéspedes.
Sin duda, el destino ideal para una escapada o unas
vacaciones tranquilas, sin renunciar a la rica oferta cultural y
lúdica de la comarca y comarcas vecinas.