El Anfiteatro Romano de Tarragona

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El Anfiteatro completó la trilogía de edificios de espectáculos (teatro, circo y anfiteatro) distintivos de una ciudad romana de primer nivel, capital de una de las provincias imperiales. La construcción es el resultado de la donación evergètica de un flamen provincial (sacerdote imperial) cuyo nombre se desconoce, pero se sabe que vivió a principios del siglo II dC.

El edificio se situó fuera del núcleo urbano, aunque muy cerca de la ciudad. Este emplazamiento no es ocasional, ya que se encontraba muy próximo a la Vía Augusta, poco antes de que se adentrara en la ciudad, y cerca de la playa, donde se descargaban los animales que debían participar en los espectáculos.

En el Anfiteatro se organizaban dos tipos de actividades: las luchas de gladiadores (munera) y las luchas o cacerías de fieras (venationes). Además, el Anfiteatro también era el lugar donde se ajusticiaba a los condenados a muerte.

El edificio es de planta elíptica. La arena, o espacio donde se desarrollaba el espectáculo tiene unas dimensiones de 62,50 por 38,50 m. Cortando la arena se encontrarían las fossae. En una pequeña sala a modo de capilla se descubrió una pintura mural que representaba a Némesis, la diosa protectora de los gladiadores. Asimismo, la arena está separada de la grada por un podio de 3,25 metros de altura. Las gradas o cávea estaban divididas en tres sectores o maenianae.Estas gradas se construyeron recortando la roca en el lado norte y apoyándolas sobre bóvedas en el resto del edificio. Se han localizado también la tribuna, las puertas principales de salida a la arena y una parte muy pequeña de la fachada.

El edificio se reformó en el año 221, durante el reinado de Heliogábalo. Años más tarde, el 21 de enero de 259, el obispo cristiano Fructuoso y sus dos diáconos, Augurio y Eulogio, fueron quemados vivos en la arena del Anfiteatro. Este hecho motivó el siglo VI la construcción de una basílica de culto dedicada a estos mártires. Durante el siglo XII se edificó la iglesia románica de Santa María del Miracle sobre la primitiva basílica paleocristiana.

Fuente:  tarragona.cat

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